La crianza natural no es tanto una forma concreta de criar, sino una actitud ante la crianza. Una mirada limpia y sin bloqueos al bebé en el momento en que necesita ser el centro de nuestras vidas. Esa actitud, casi sin excepción, lleva a otra actitud: la de comprender, respetar y acompañar los ritmos naturales de desarrollo de los niños pequeños. Así, alguien que esté atento al desarrollo del bebé y a sí mismo, se dará cuenta de que no tiene sentido intentar forzar adquisiciones naturales como el caminar, la alimentación o el sueño.