Desde el nacimientos nos dejamos fascinar, hechizar e hipnotizar por el mundo y los otros que nos rodean. ÂżCuĂĄl es este poder oculto que nos gobierna y nos obliga a quedar capturados por los gestos, la mirada y la voz de los otros? Esta reacciĂłn la compartimos con todos los animales que al nacer necesitan el cuidado de otros para poder sobrevivir. La fascinaciĂłn que nos liga a nuestro mundo es un producto de la evoluciĂłn. Pero, si los animales quedan hechizados por los sentidos cuando perciben el olor, el color o la postura de otros, para los humanos se añade otro tipo de hechizo: los significados que cada uno atribuye a las cosas hechizando, a su vez, el mundo y recreĂĄndolo como su mundo mental. Cuando los humanos conversan con otros sobre y desde su representaciĂłn particular del mundo, no saben cuĂĄl es la del otro y, sin embargo, nos sirve para comunicar. Y este mundo puramente mental no estĂĄ separado de nuestro fĂsico, porque todo nuestro organismo estĂĄ penetrado por los significados que creamos. Esta obra ofrece un amplio panorama de los aspectos mĂĄs sutiles y sorprendentes del comportamiento humano y su desarrollo. Boris Cyrulnik lo compara a cada paso con las conductas de las mĂĄs diversas especies animales. A la vista de sus asombrosas capacidades y actitudes, sĂłlo recientemente descubiertas y reconocidas, cabe preguntar quĂ© queda aĂșn como lo especĂficamente humano. El autor intenta responder desde la etologĂa humana a la pregunta por nuestro lugar en el mundo de lo viviente y por nuestro estatuto en este planeta.