En el año de nuestro Señor 1564
El WITCH BURNING había dado la vuelta. El barco pirata estaba ahora junto al SWORD FISH, un buque de guerra de Su Majestad Real Isabel I de Inglaterra.
Una driza unía los dos barcos. Tanto los ingleses como los piratas habían arriado tanto sus velas que a ambos barcos apenas les quedaba velocidad. Se balanceaban juntos hacia el sur, donde a unas decenas de millas náuticas se encontraba la costa de Darién, como se llamaba el estrecho puente de tierra que separaba el Atlántico del Pacífico.
Sólo soplaba una suave brisa del oeste, que había ido amainando.
Un viento del Pacífico barrió los manglares de Darién.
La mano derecha de Lord Cooper se tensó en torno a la empuñadura de la poderosa espada que el enviado de Su Majestad la Virgen Isabel llevaba a su lado.
Entrecerró los ojos contra el sol bajo y lechoso y miró las caras sonrientes de los piratas. Eran tipos rudos, vestidos con uniformes robados y ropas de todo el mundo. Una mezcla de todas las naciones europeas. Iban bien armados. Espadas, espadones, petos de rastrillo, mosquetes y ballestas, vio lord Cooper.