Jessi y Ellen son familia por decisión propia, para ellas la palabra amistad se queda corta. A pesar de ser mujeres modernas, divertidas y trabajadoras, su lista de fracasos amorosos aumenta con cada hombre que conocen. Jessi le pide a su abuela, que es una bruja de las de toda la vida, que le enseñe un conjuro para encontrar el amor verdadero. ¿Qué pueden perder? Nada, más bien ganan un viaje a un poblado nórdico del siglo IX, donde dos mujeres del futuro tendrán que habituarse a las costumbres del pasado, algo bastante difícil. Y por si eso fuera poco, también intentar mantener su ropa interior puesta, porque han descubierto el motivo por el que a los hombres de ese pueblo se les llamaba nórdicos: son calientes y te mantienen en la cama muy, muy, muy a gusto