Hace apenas unos años a nadie se le habrĂa ocurrido pensar que el cuidado fuera un concepto digno de estudio. Ahora, es esencial.
La Ă©tica del cuidado se ha convertido en un tema central y perentorio a raĂz de la pandemia de la covid-19. Un virus nos ha obligado a aceptar limitaciones que nunca hubiĂ©ramos imaginado, nos ha hecho un poco menos arrogantes y seguros de nosotros mismos. En el ĂĄmbito de la teorĂa, esta toma de conciencia deberĂa conducir a un cambio de paradigma o de marco mental, capaz de equilibrar razĂłn y sentimiento, en el ejercicio de la tan manoseada "inteligencia emocional", cuyas aportaciones prĂĄcticas no siempre son evidentes. Hay que reconocer que existe un derecho a ser cuidado y un deber de cuidar que no admite excepciones, que afecta a todo el mundo y cuya responsabilidad ha de ser asumida individual y colectivamente.
Tiempo de cuidados se propone acallar las voces que aĂșn se resisten a colocar el cuidado en un lugar prominente, contraponiĂ©ndolo a la justicia. Ambos son valores complementarios, pues las categorĂas anejas al cuidado rompen la concepciĂłn binaria del gĂ©nero que el feminismo aĂșn no ha conseguido sustituir. Privilegiar categorĂas masculinas âyo, razĂłn, menteâ en detrimento de otras consideradas femeninas âlas emociones, el cuerpo, las reciprocidadesâ, o mantener esa divisiĂłn binaria que distribuye las funciones de cada gĂ©nero, implica mantener el patriarcado y debilitar la democracia. Como dice Carol Gilligan: "En un contexto patriarcal, el cuidado es una Ă©tica femenina; en un contexto democrĂĄtico, el cuidado es una Ă©tica humana".