Los patrones observados en las dinámicas de propiedad, uso y ocupación de la tierra en recientes años han desatado un importante debate. Uno de los principales focos de estas discusiones resalta las dinámicas de concentración y acaparamiento de tierras; dos dimensiones desde las cuales se ha tratado de abordar, entender y explicar las causas e implicaciones de tales patrones. Aunque estos son dos términos muy cercanos, cada uno se enfoca en una escala particular.
La concentración de la tierra se refiere al control de importantes áreas de tierra (sobre todo desde una perspectiva de producción agropecuaria) por parte de unos pocos actores dominantes en zonas en particular (Kay 2016). En este sentido, la concentración resulta en grandes propiedades bajo el control de pocos individuos o entidades, que extinguen las pequeñas propiedades, las cuales son sustituidas (o consolidadas) por extensos latifundios. En términos generales, la concentración de tierras es un proceso que se cruza directamente con las polÃticas agrÃcolas gubernamentales, ya que, de una manera u otra, estas polÃticas pueden incentivar y facilitar la expansión latifundista bajo la lógica de que el sector gubernamental debe reducir el número de pequeñas propiedades por su baja producción, para asà aumentar la producción y la eficiencia.