Podemos indagar e investigar a lo largo de la historia de la humanidad para llegar a comprobar que el ser humano ha orado en cualquier momento de su historia. Desde la Edad de Piedra a nuestros días el ser humano en cualquier lugar de nuestro diverso planeta ha elevado sus oraciones a sus divinidades.
La arqueología, los documentos antiguos pintados, grabados o escritos en diversos materiales dan constancia de que las oraciones acompañaban e impregnaban las vidas de nuestros antepasados.
Pensar o afirmar que la oración era exclusivamente el producto de su ignorancia y superstición equivale a ignorar que las antiguas civilizaciones como la de Egipto, Mesopotamia, China, India… los aztecas, incas, mayas y un largo etcétera han sido la base indispensable para el avance social que disfrutamos en nuestros días.
La oración contiene y mantiene muchos elementos humanos, por consiguiente, la oración no la podemos separar de la persona que es imperfecta, limitada, cambiante y única.
Me queda por descubrir si en pleno siglo XXI la oración está en crisis o las crisis en todas sus facetas pueden despertar y activar la oración.