Su mente divagaba entre pensamientos difusos, imaginando cómo el cuarto de baño se expandía y contraía a su alrededor. La noche porteña tenía esa extraña dualidad de encanto y decadencia. Un rato atrás se sintió deseada; ahora, yacía entumecida en el suelo mugriento de un cuchitril en Palermo. Se arrimó al inodoro, abrió la boca, pero nada salió. Insistió una vez más, sin éxito. A la tercera, finalmente lo expulsó todo. Lo encontró fascinante: una mezcla de colores y texturas que tomaron la forma de jazmines, ámbares, tarántulas y mantarrayas.
Esta es la historia de Luz, una joven atrapada entre lo que es y lo que anhela ser, aunque aún no lo sepa. Cuando el pasado agobia y el presente no es más que costumbre, sólo queda una opción: escapar.
En El mar siempre será lila, la autora construye una heroína que desafía al lector, oscilando entre recuerdos y un presente sin rumbo. En su camino, encontrará personas que la transformarán. Pero, ¿tendrá el coraje de enfrentar sus propios miedos? La novela invita a sumergirse en las sombras del alma, recordando que, para trascender, lo conocido debe morir.