En El rico avariento o la vida y muerte de san Lázaro Mira de Amescua se inspira en una parábola pronunciada por Cristo: Había un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas. Y uno pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de llagas, deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico… Sucedió que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico y fue sepultado. Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Y, gritando, dijo: "Padre Abraham, ten compasión de mí y envía a Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama". Pero Abraham le dijo: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, sus males; ahora, pues, él es aquí consolado y tú atormentado. Y además, entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni de ahí puedan pasar donde nosotros".
La próspera fortuna de don Álvaro de Luna
Antonio Mira de Amescua
bookLa próspera fortuna de don Bernardo Cabrera
Antonio Mira de Amescua
bookHero y Leandro
Antonio Mira de Amescua
bookExaminarse de rey o más vale fingir que actuar
Antonio Mira de Amescua
bookGalán, valiente y discreto
Antonio Mira de Amescua
bookLos prodigios de la vara y capitán de Israel
Antonio Mira de Amescua
bookAmor, ingenio y mujer
Antonio Mira de Amescua
bookCuatro milagros de amor
Antonio Mira de Amescua
bookLos carboneros de Francia y reina Sevilla
Antonio Mira de Amescua
bookLa casa del tahúr
Antonio Mira de Amescua
bookEl ejemplo mayor de la desdicha
Antonio Mira de Amescua
bookEl clavo de Jael
Antonio Mira de Amescua
book