El origen de esta investigación es doble: en primera instancia, la curiosidad que suscita al lector de poesía el constatar que la poesía traducida y leída en Colombia está hecha, casi totalmente, por poetas; en segundo lugar, el retomar el hilo "suelto" en las investigaciones de otros, como es el caso del poeta y crítico David Jiménez y su libro Canon de
la poesía colombiana.
Al leer el prólogo de Decir casi lo mismo, de Umberto Eco, curiosamente encontramos una reflexión similar a nuestra primera preocupación: no es que toda poesía traducida y leída por Eco haya sido hecha por poetas, o que esta sea una condición necesaria, más bien es que el sabor del poema traducido por un poeta tiene algo del humilde homenaje que queremos rendir, no a nuestros maestros, sino en palabras de Roberto Juarroz, a nuestros grandes amores.