Compuesta por dos novelas, La telaraña y Vida fingida, que da título al libro, establece una correspondencia entre dos historias que no son paralelas pero si complementarias: el laberinto de la ciudad como reflejo de la propia red de la mente y el espíritu; el deambular errático por las calles que se parecen demasiado a los recorridos por nuestros dueños, lo que le da un aire fantasmagórico al libro, en especial en La telaraña. En ésta se juega con un enfoque de lo que significan los ángeles hoy eb día en una especie de metáfora sobre Jacob y su lucha. En Vida fingida, por otra parte, se trata de establecer la imposibilidad de atisbar la vida de otro, en este caso un Premio Nobel de la Literatura español, en un paralelismo con las tortuosas calles de una ciudad, Roma, con un final imprevisible.