Albania es sin duda la joya más desconocida del Adriático. Los visitantes que viajan hoy son, en cierto modo, pioneros porque el turismo en Albania sigue siendo relativamente reducido. Situada en rutas estratégicas que conectan Occidente y Oriente, Albania ha estado desde la Antigüedad en el centro de la codicia de las grandes potencias mediterráneas que han dejado su huella. Y, aunque el país se convirtió oficialmente en estado independiente a partir del siglo XX, Albania es una nación antigua con una lengua y una cultura propias de 2000 años de antigüedad. La evidencia de este rico pasado se manifiesta en primer lugar en su variado patrimonio, con numerosos lugares que serán la delicia de los visitantes amantes de la cultura: Butrint la ciudad antigua, Berat la maravilla otomana, Gjirokastra la fascinante ciudad de piedra de Ismail Kadaré, y también ciudadelas encaramadas, mezquitas e iglesias construidas unas junto a otras.
Sin embargo, la dolorosa historia reciente también ha dejado sus huellas en la construcción, aunque los albaneses han recuperado estos edificios… Los búnkeres se han transformado en discotecas y en bloques de viviendas en Tirana pintados con colores vivos que tapan las heridas del pasado. Albania tiene también un paisaje magnífico con muchas montañas y un mar jónico, a menudo omnipresente, donde las bonitas playas, todavía poco frecuentadas, permiten disfrutar de la sensación de estar en una isla desierta. En resumen, este país, poco más grande que Gran Bretaña, es un concentrado de riqueza que hay que descubrir con urgencia y, además, Albania sigue siendo muy asequible para viajeros con presupuesto reducido.