Luego de leer con sumo cuidado y cumplido deleite el libro » La sabiduría de Miguel de Cervantes Saavedra», puedo asegurar confiadamente que se trata de una obra meritoria, es un abundante florilegio, casi que exhaustivo, de la producción literaria de esa cumbre de la literatura universal. Y consta, además, de la oportuna explicación de algunos textos, no porque estos sean de difícil compresión, sino porque don Efraím aplica una enseñanza elemental de la teoría literaria que advierte que todo texto esta dentro de un contexto. Y él lo explica desde su completo conocimiento de toda la obra de don Miguel, ayudándose a veces de los comentarios autorizados cervantistas.
Las más de las veces, después de las afirmaciones y sentencias de esa alma generosa y sabia de Cervantes, añade una paráfrasis oportuna y discreta que corona y completa su esfuerzo de selección. Agrego que, al empezar la lectura del libro, me pasó por la cabeza pensar si no sería un reto insuperable poner después de los apotegmas cervantinos un texto personal. Y a fe que don Efraim sale airoso de tan exigente compromiso, pues no en vano es él un diligente catador de la sobras completas de don Miguel, y pasa así a ser un miembro más de la más selecta cofradía de los cervantistas.