Este libro reúne una selección de entrevistas realizadas a José María Álvarez a lo largo de los ya casi 30 años dedicados al estudio de la locura, su pasión. En él se expone, con prosa sencilla y elegante, su pensamiento en torno a la locura en todas sus variedades. En este sentido, Las heridas del alma es una recopilación de sus puntos de vista sobre el pathos y su tratamiento, una breve y amena antología de su pensamiento. Generoso en su saber, el autor pone a disposición de sus lectores y alumnos las «lámparas» con las que se ilumina: la psicopatología, la historia, la epistemología, los clásicos y el psicoanálisis. Con estos apoyos propone explicaciones cabales y bien argumentadas. El psicoanálisis y su aplicación a la terapéutica —en el ámbito público y en el privado, con personas corrientes y con otras más perturbadas— se destaca como una herramienta potentísima con la que mejorar muchas vidas desgraciadas y posibilitar alivio al denso sufrimiento anímico, tan propio de la condición humana. Autor comprometido con la asistencia pública y con la difusión del psicoanálisis, J. M.ª Álvarez encarna una de las figuras del analista de nuestro tiempo. Sus palabras, como se refleja en este libro, son un diálogo continuo con los grandes pensadores de la clínica y los textos esenciales de la psicopatología, con los filósofos morales antiguos y también con los ideólogos de las prácticas psi actuales. Todos ellos le sirven de inspiración para iluminar sus puntos de vista, a menudo muy prácticos, en especial el incomparable genio de Freud y sus principales seguidores, sobre todo Lacan.
Las heridas del alma es un libro que habla a los lectores, un libro para disfrutar, para estudiar y para aprender; un libro donde psicoanálisis y psicosis van de la mano, sin poderse separar.
Chus Gómez
Este libro es la lección de un hombre apasionado de lo que lee y de lo que piensa, de un hombre ferozmente agarrado a la vida, de un amante del rigor académico, pero también del entrenamiento a campo abierto. Es la lección de un hombre que, ante todo, no practica la autocompasión ni pierde el tiempo en lamentos. Porque él vive y hace vivir a todo aquel que se le arrima.
Juan de la Peña