La obra de Rubens irradia energía y manifiesta una percepción vertiginosa de los placeres de la vida. Sus colores brillantes e inagotable imaginación glorifican el mundo en todo su esplendor. Rubens ejerció una fuerte influencia en posteriores pintores: sus idilios heroicos se reflejan en las escenas caballerosas de Antoine Watteau y las escenas de caza en la obra de Eugène Delacroix, mientras que sus pinturas encomiásticas de la belleza opulenta de la figura femenina evocan inmediatamente los desnudos de Auguste Renoir.