Durante su formación, los futuros médicos tienen que obtener un saber sobre la enfermedad y su curación, pero no deben olvidar que lo que les espera en la práctica clínica no son enfermedades, sino pacientes que las padecen. La relación médico-paciente que se establece a partir de ahí será determinante en el desempeño de su profesión y el discurso analítico puede aportar algunas de sus coordenadas. La formación de los médicos debería contemplar algunas disciplinas que están ausentes en la mayor parte de los programas académicos universitarios. Además del psicoanálisis, las ciencias del lenguaje y la filosofía de la ciencia son herramientas que sedimentarán un conocimiento de gran utilidad para su praxis.
Santiago Castellanos
Como podrá comprobarse en la lectura de los textos que componen esta obra, el dolor, la vida, la vocación, los consumos, el acto, la trama familiar; producen un entramado conceptual que contribuye a la reflexión clínica en general y el lugar del médico en particular. En el proceso de formación de un médico es esencial, a lo largo de todo el itinerario, comprender el cruce entre el cuerpo (del paciente y del médico) y el saber (supuesto y expuesto). El médico sabe que es médico, pero no es médico porque sabe. Opera bajo un saber establecido en su formación académica (universidad, ciencia) pero también a instancias de un saber supuesto. Eso lo ubica en un lugar de autoridad –como advertimos, muy devaluado hoy– pero, aunque el saber sea aquel provisto por el anonimato de las informaciones vertidas en las redes, sabe que es médico porque, a pesar de todo, se le demanda. Se le pide, se le solicita algo desde el inicio de los tiempos. El hombre que sufre, todos nosotros, nos dirigimos hacia el médico para obtener, sencillamente, una respuesta. En muchos casos esta respuesta no es más que la apertura hacia una pregunta, siempre singular, atrapada entre sufrimiento y satisfacción.
Emilio Vaschetto