Cada vez mĂĄs, la ciencia insiste en mostrarnos un universo vacĂo. ÂżPor quĂ©, entonces, siguen agrandĂĄndose las filas de los creyentes? ÂżPodrĂamos ignorar que, hoy, en todo el planeta, hay siete mil millones de seres humanos que tienen trato diario con Dios?
En este apasionante anĂĄlisis, Boris Cyrulnik examina las razones profundas que aĂșn hoy llevan a millones de seres humanos a seguir creyendo. Entre ellas, destaca las ventajas adaptativas de la religiĂłn, tanto en sus expresiones individuales como grupales, por su capacidad de dotar de sentido a la existencia humana. A travĂ©s de un acercamiento ameno a la teorĂa de la mente, asĂ como a la estrecha relaciĂłn que existe entre religiĂłn y cultura, Cyrulnik demuestra el vĂnculo que existe entre las primeras figuras de apego de la infancia y la transmisiĂłn del sentimiento religioso.
Dios es una figura protectora y una extensiĂłn del amor de los padres. De ahĂ que, ante las adversidades de la vida, el sentimiento religioso resulte ser un factor importante de resiliencia. Pero el autor nos advierte: el hecho religioso puede caer con facilidad en el fundamentalismo. Ello encierra notables riesgos sociales, pues implica la negaciĂłn del otro âde su espiritualidad y su culturaâ para transformarlo en enemigo.