La fotografía que acompaña la introducción de este libro fue tomada el 31 de diciembre del 2011, en el desle de años viejos que se realiza en la ciudad de San Juan de Pasto como parte de las celebraciones previas al Carnaval de Negros y Blancos. Ese día los pastusos representan las alegrías y los dolores que los han acompañado a lo largo del año y manifiestan en clave cómica sus deseos, anhelos y preocupaciones. En la fotografía, un hombre que desfilaba solitario sostiene un cartel que dice: "Nos cagamos... el patrimonio". Este hombre, maquillado como una calavera, pone en escena los elementos centrales que este trabajo busca discutir, problematizar y contrastar a profundidad, contribuyendo a la teorización del campo de los estudios críticos del patrimonio cultural. El primero es el triunfo de un concepto que ha llegado a calar hondo en el ámbito institucional, el comunitario y el académico por cuenta de una larga trayectoria de consolidación planetaria, nacional y local. El segundo, un sentimiento sobre la fragilidad de un campo que, si bien es artificial, impuesto y autoritario, también es sentido como propio por diferentes grupos de personas. El tercero, un juego de potencialidades que en muchos casos conduce al desencanto, en la medida que el patrimonio está lleno de promesas que se quiebran cuando la acción comunitaria, investida por el nuevo discurso, se encuentra con su aparataje a escala estatal y global. Y el cuarto, un sentido de enajenación y pérdida de algo que se consideraba propio pero que, al ser nominado, clasificado, reconocido y administrado, se transforma en una cosa que ya no pertenece; que, si bien representa, deja de ser ella
misma y comienza a seguir lógicas, mecanismos y fines que solo benefician a unos pocos.