Más allá de su función comunicativa, el lenguaje ha sido, a lo largo de las épocas, una marca social: un colectivo se ha distinguido del resto, entre otras cosas, por su forma de hablar. Así, la lengua ha contribuido a la diferenciación de clases, la autoafirmación de las élites y la construcción de identidades nacionales.
Desde la temprana Edad Media hasta la Edad Moderna, Peter Burke muestra en este libro las funciones sociales y políticas que el lenguaje ha cumplido en distintos ámbitos culturales representativos. Quién habla, cuándo, cómo y a quién se dirige el hablante son, nos dice Burke, circunstancias en sí significativas que nos dan tanta o más información sobre el contexto histórico de quienes hablan como el contenido de los enunciados que estos pronuncian. Asimismo, el silencio tiene un valor comunicativo propio, cambiante según las épocas, la posición social y los intereses que se persiguen.
Desde la popularización o el rechazo del latín, en tanto medio del discurso del poder, hasta la publicación entre los siglos XVII y XIX de manuales que enseñaban «el arte de la conversación», Peter Burke nos propone, en este lúcido ensayo, una verdadera historia del habla y del silencio.