La historia de Travin se cuenta en dos tiempos: el de su adultez, cuando es un periodista de gran prestigio perseguido por la dictadura, un tiempo breve y brutal; y el de su adolescencia -el corazón de esta novela, que se lee también como una novela de iniciación- narrado por el mismo Travin en un manuscrito que jamás llegará a publicar. Es 1942, Travin llega a Córdoba con su madre y su hermana por quince días. La segunda gran guerra ya es un hecho. Travin es un adolescente judío, culto, interesado por la política, filosoviético, arrogante y fabulador. En la pensión donde pasan sus días se relaciona con personajes inesperados, algunos huéspedes y otros, habitantes permanentes o transitorios de las sierras, en Río Ceballos. Travin mira con deseo y curiosidad un mundo al que no pertenece -el del hotel Los Sauces y los chalets residenciales- habitado por militares, alemanes, gente muy cercana al poder. Una sociedad en miniatura con sus secretos, complicidades y traiciones que prefigura una Argentina que se desplegará en su fascismo décadas más tarde. Travin se asoma a ese abismo y no sale indemne.