En los cuentos de Walter de la Mare encontramos a menudo confines imprecisos en los que los personajes pierden la dimensión precisa de su vida, atados a quimeras o recuerdos, en el escenario de esa vieja Inglaterra tan cara para el autor que abunda en melancolía. Es constante también un sentido de amenaza cerniéndose sobre vidas que se sostienen con un equilibrio fragilísimo. Hay en sus relatos pérdida, sueños perturbadores, amor truncado, pero una y otra vez los protagonistas son niños, y ese mundo en el que el abandono y la belleza conviven en inquietante conjunción se nos presenta a través de esa clarividencia infantil que tan bien describiera De la Mare.