Hay fríos que llegan y nos es imposible combatir contra ellos. Otros, nos observan desde lejos y algunos nos abrazan y se vuelven cálidos en el proceso. Esto es Noches en Antártida, la calidez que se halla en los versos y salva. La despedida que se hace huella. El amor que atraviesa, rompe y, al final, más allá del dolor, deja una sonrisa.