En el mundo global, el futuro no se sostiene ya sobre fundamentos y certidumbres, sino sobre un sentimiento de inestabilidad análogo al que la humanidad europea conoció en el paso del siglo XV al XVI, en el tránsito hacia el Renacimiento.
De aquel extraordinario laboratorio de experimentación, marcado por un cruce fecundo entre arte y ciencia, invención técnica y filosofía natural, irrumpe –de Leonardo a Maquiavelo– una imagen de la naturaleza humana desvinculada de toda esencia y entregada a la dimensión de lo posible y lo contingente. Un escenario espléndido y dramático que, proyectándose más allá de los paradigmas científicos y políticos de la modernidad, se presenta hoy ante nuestra mirada como un preludio de nuestro presente.
Los desafíos del mundo digital, el cambio climático, la biorrobótica y las revoluciones del capitalismo llaman a inaugurar un nuevo Renacimiento. «En realidad, al quedar sin fundamento, la pregunta "¿Qué es el hombre?" planteaba una cuestión filosófica decisiva: el sello de lo humano es lo posible».