A mediados del siglo XIX, el Observatorio de Harvard comenzĂł a emplear a mujeres como calculadoras o "computadoras humanas" para interpretar las observaciones que sus contrapartes masculinas realizaban por telescopio cada noche. Al principio este grupo incluĂa a las esposas, hermanas e hijas de los astrĂłnomos residentes, pero pronto incluyĂł a graduadas de las nuevas universidades de mujeres Vassar, Wellesley y Smith. A medida que la fotografĂa transformaba la prĂĄctica de la astronomĂa, las damas pasaban de la computaciĂłn a estudiar las estrellas capturadas en placas fotogrĂĄficas de vidrio.
El universo de cristal del medio millĂłn de placas que Harvard acumulĂł durante las dĂ©cadas siguientes permitiĂł a las mujeres hacer descubrimientos extraordinarios: ayudaron a identificar de quĂ© estaban hechas las estrellas, las dividieron en categorĂas significativas y encontraron una manera de medir distancias en el espacio por la luz que emiten. Entre estas mujeres destacaban Williamina Fleming, una escocesa contratada originalmente como criada que identificĂł diez novas y mĂĄs de trescientas estrellas variables; Annie Jump Cannon, que diseñó un sistema de clasificaciĂłn estelar adoptado por los astrĂłnomos de todo el mundo y que sigue vigente; y la doctora Cecilia Helena Payne, que en 1956 se convirtiĂł en la primera profesora titular de astronomĂa, y la primera mujer jefa de departamento de Harvard.