Querido diario:
¿Qué? ¿Que haga qué? No, ni lo sueñes. No pienso perdonarlo. Se marchó, ¿vale? Se fue. Hizo: ¡puf! Y se
esfumó. Sin una carta, sin una nota ni una explicación, ¿y ahora vuelve como si nada, creyéndose la última
Coca-Cola del desierto, y espera que todo sea como antes? Pues no, nada es como antes.
No admitiré que sigue haciéndome temblar ni reconoceré que cuando nos cruzamos cada célula de mi cuerpo
se estremece ni aceptaré que lo he echado de menos tanto que duele.
Porque Adam es pasado.
Porque Adam no me gusta.
Porque voy a casarme con Adam… Joder, con Adam no, con Rafa.
Porque estoy enamorada de Adam. ¡No, no! De Adam no, ¡de Rafa! Ra-fa.
Sí, eso es. Porque es eso, ¿verdad?