La rebeliĂłn drĂĄstica y necesaria que ha supuesto el movimiento feminista no se ha producido por casualidad. Las mujeres han tenido muchas razones, y muy vĂĄlidas, para oponerse al varĂłn.Muchas veces, el contexto les ha puesto en condiciones de mostrar hacia el varĂłn un respeto mĂĄs aparente que real. Esta situaciĂłn durante largo tiempo ha incubado una grave enemistad entre los sexos, que constatamos a diario.
TambiĂŠn gracias a la lucha contra la prepotencia del varĂłn, las mujeres han creado redes entre ellas, han reflexionado sobre sĂ mismas, han crecido, se han afirmado.
Pero el modo, quizĂĄ inevitablemente unilateral, de considerar la relaciĂłn entre los sexos, ha desembocado en un equĂvoco muy peligroso, que muestra ahora sus consecuencias de gravedad creciente: para contrarrestar la prepotencia, la mujer estĂĄ contribuyendo sin saberlo a hacer al hombre impotenteâŚ