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Psicoterapia Corporal: Sanando el trauma en el eterno presente del ahora

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En algunos casos los traumas surgen delante nuestro, como objetivos creados hace tiempo y que ya no podemos ignorar. En muchos casos, sin embargo, tendremos que realizar un trabajo previo, tendremos que despejar el camino, desarmar los obståculos que bloquean el paso, o construir, con tal de crear soporte y puentes que abran el camino hacia el trauma y a la curación. Una persona equilibrada es una persona sana y un estado de equilibrio dinåmico es un estado saludable en el cual estar. Cualquier cosa que altere el equilibrio, no importa cuån profundo esté en la oscuridad del inconsciente, mostrarå signos de vida. Mientras mås tardemos en confrontar el trauma, mås difícil serå el reto de echar una nueva mirada a un caso que creímos cerrado.

En el pasado, nuestra tendencia de huir tan råpido como pudiésemos del dolor del trauma fue la respuesta adecuada y, de hecho, hasta pudo salvarnos. En el presente, sin embargo, tenemos nuevas capacidades y mås opciones. Nos aferramos como supervivientes de un naufragio a la vieja y destartalada balsa, golpeada por los mares tormentosos de nuestra infancia y no somos capaces de ver las aguas tranquilas a las que nos dirigimos. La fórmula que probamos y que nos funcionó una vez ya no es esencial o, simplemente, no es el método adecuado cuando tanto nosotros como el mundo a nuestro alrededor hemos cambiado. Cuando nos negamos a reconocer un sentimiento de malestar como presagio de algo mås, podemos esperar otro tipo de estados, quizå menos persistentes pero mås claros: ataques de pånico que aparecen inesperadamente, la depresión que nos priva de la alegría de vivir, las fobias que limitan nuestro espacio vital, y otros malestares físicos que procuran desesperadamente, antes del abrazo final de la muerte, hacernos saber lo que ocurre en las profundidades de nuestro ser


Son estas las cosas que nos limitan y nos asustan, y a pesar de todo son las cosas que nos muestran nuevos caminos y posibilidades. ¿Permaneceremos en la 'seguridad' familiar a la que se aferra el niño o, como adultos que somos, tomaremos a la criatura asustada de la mano y, con la terapia que ofrecemos, le llevaremos hacia la luz del día?