Este no es un libro sobre tipografĂa y diseño. A Eric Gill no le interesa el aspecto estĂ©tico de la tipografĂa, sino las letras en sĂ y su efecto en nuestras vidas. Porque las letras están hechas para ser leĂdas.
Por tanto, digámoslo alto y claro: si Un ensayo sobre tipografĂa fuera apenas un mero manual sobre cursivas, serifas e interlineados, hoy, en estos tiempos en que lo digital se impone, su relevancia serĂa la de un reloj de sol. Pero conserva toda la vigencia del mundo, porque supone una atinada descripciĂłn de los peligros del trabajo deshumanizado y una defensa a ultranza del individuo creador, siempre enfrentado a los dos ritmos –el de la máquina y el del ser humano– que chocan una y otra vez en su dĂa a dĂa.
Tan polĂ©mico como imprescindible, este ensayo de Gill sigue actuando como una metáfora inmejorable, porque su autor sabe que la tipografĂa encierra una historia paralela a aquella que ayuda a fijar sobre un soporte, y nos la brinda con una claridad arrolladora.