Sus poemas traen a la poesĂa cubana una elegancia sentenciosa y a la vez displicente, un abandono de sabor oriental y sin embargo una precisiĂłn a lo Paul Celan [...]. Ha de encontrar el lector en ellos un suave sabor bizantino, un desplazamiento imaginario por sus rosas (ANTĂN ARRUFAT). La belleza de su especulaciĂłn crea nuevos sentidos en el lector. AsĂ el poeta sorprende, no por la majestuosidad de la palabra, sino por lo profundamente encarnada [...]. La gran sabidurĂa de este poeta estĂĄ en la consagraciĂłn de la imagen que perturba su mente lĂşcida, y la lleva a una especie de autovaloraciĂłn, donde lo bueno y lo malo se alternan. (LINA DE FERIA)