La educación en Colombia está fuertemente sesgada por la clase social. En términos generales, los hijos de los padres de clase alta estudian en colegios que ofrecen una educación de buena calidad, mientras que los hijos de padres de clase baja y media baja estudian en colegios que ofrecen una educación de menor calidad y en algunos casos, sobre todo cuando se trata de campesinos, de una calidad deficiente. Hay excepciones claro, y también algunos intentos de política pública que procuran remediar esta situación; pero en términos globales esta separación existe y equivale a una situación de segregación que aquí denominamos apartheid educativo.
En este libro se estudia esta segregación no solo en lo que se relaciona con su descripción actual sino también con su origen histórico. En relación con esto último, se analizan las tensiones políticas y religiosas que, a lo largo de la historia de Colombia, impidieron el buen desarrollo de la educación pública. Fueron tensiones que, en medio de debates muy abstractos e ideologizados, caldearon los ánimos de las partes involucradas, todo lo cual frustró los acuerdos básicos que se requerían para hacer avanzar los proyectos educativos. En relación con la descripción fáctica, el libro presenta las cifras y los análisis cuantitativos que muestras cómo, desde la primera infancia y hasta la educación universitaria, se consolida un sistema de segregación en el que los estudiantes reciben un tipo de educación de calidad diferente según la clase social a la que pertenecen.
La clase política colombiana y la sociedad misma han terminado normalizando esta anomalía, e incluso viendo en ello una fatalidad histórica frente a la cual nada se puede hacer. En este libro, por el contrario, se defiende la necesidad de emprender un gran proyecto educativo que remede los efectos nefastos, para el desarrollo y la democracia, del sistema de segregación que hoy tenemos.