La cuarta revolución industrial, que arranca de los mimbres de la tercera asociada a la intensa transformación digital iniciada a mediados del siglo pasado, presenta un notable poder disruptivo y se desarrolla por vías muy distintas, a otros procesos anteriores de transformación económica y social a lo largo de la historia de la humanidad. Existe un amplio acuerdo en que la cuarta revolución industrial no es una continuidad de la tercera, o anteriores, sino que supone el nacimiento de una nueva y distinta etapa para la humanidad.