Exequiel no entiende por qué la imagen de su abuelo fallecido se reflejaba en su espejo de ornamentación barroca. El hombre a quien tanto amó y que le contaba, siendo un niño, historias tenebrosas, propias de la idiosincrasia tucumana, está ahí, pero como una figura distorsionada. Y cuando le grita el nombre de Rogelia, su corazón se detiene. ¿Quién es Rogelia? ¿Por qué el anciano le advierte sobre esa mujer? ¿Tendrá que ver con ese relato pendiente que, con ocho años, no había estado preparado para escuchar? Algunas respuestas las encuentra en la Escuela Constitución, un secundario para adultos en Tafí Viejo que no sólo lo lleva a creer en cuestiones del más allá, sino que, además, le permite conocer a Gabi, la mujer de su vida. A partir de allí, ambos inician, con la ayuda de docentes amigos, una búsqueda audaz y peligrosa a la vez, tratando de dilucidar quién es Rogelia, cómo se conecta con ellos y qué importancia tiene en la mitología popular de la zona. Descubren, entonces, que esa historia… no debe ser contada…