En Experiencias con la palabra puede inaugurase un cierto tipo de lectura de la zozobra, una cierta forma de naufragio, un temblor, un cierto modo de deambular por las palabras y con las palabras, que resulte quizá algo extraño e inquietante: la experiencia de la intimidad y de la alteridad de las palabras, al mismo tiempo, en el mismo tiempo. Una palabra que, a partir de la incomodidad de la palabra, realiza un tránsito, casi siempre, entre la intención libertaria del ensayo, la tentativa infructuosa de algunas notas filosóficas, la inestabilidad voluntaria de la poética y la dureza, la dureza roedora, de los aforismos.
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"La intimidad y la alteridad (Experiencias con la palabra) es uno de esos libros en los que las palabras son cuerpo y se hacen cuerpo. Uno de esos libros en los que la escritura no renuncia a la voz porque es voz y porque se hace voz. Uno de esos libros que ponen a prueba nuestro oído, nuestro oído vibrante y resonante, tembloroso (...) Extraño temblor éste de experimentar sensiblemente las palabras. Esperar a que tal vez, algún día, un pensamiento venido de no se sabe dónde se deje atrapar en una frase venida de no se sabe qué. O al revés. Y vivirlo. Y escribirlo. Extraña forma de amor, de amistad". (Extracto del prólogo de Jorge Larrosa)