Este libro refleja la gestación de un pensamiento en acto frente a las coyunturas disruptivas que fijan, encierran y desacreditan la experiencia subjetiva y comunitaria. Ante la desdicha y la incertidumbre de esta época que nos afecta a todos y, en particular, a los niños, la obra plantea la natalidad de un tercer tiempo, una zona de subjetividad en la que se inventa la realización sensible de los sucesos que parecían inviables. Resistimos, rompemos la incredulidad y creemos en la posibilidad de lo imposible. Para ayudar a los más pequeños, reafirmamos la alianza con ellos y sus padres: no los dejamos solos. Imaginamos recursos para constituir una experiencia que, al ser realizada, permita a la imagen del cuerpo salir fuera de sí, romper la soledad del sufrimiento del aislamiento y volver para recrear otra escena, un acontecimiento de la infancia en el que coexistan el cuerpo, la ficción y el sujeto. Mantener viva la experiencia infantil es la fuerza deseante, afectiva, que nos permite rescatar la vitalidad de la niñez y de la comunidad del nos-otros.