Hubo otra revolución en el país galo antes de 1789: la de María de Francia. Si no se cuenta en los manuales es porque, a diferencia de la primera, fue una revolución fallida, cuyas reivindicaciones no llegaron a convertirse en arietes capaces de derribar las puertas de la Bastilla. Incluso la memoria de María se perdió con el tiempo, y su verdadera identidad quedó desdibujada. Sin embargo, sus ideas sobre la mujer, la relación entre los sexos y el amor conformaron una nueva visión del mundo, por primera vez totalmente femenina, en la que la mujer quedaba liberada de la jaulas ideológicas en las que había sido constreñida, durante la Alta Edad Media, por la convergencia de la virilidad germánica y la misoginia monástica. Esta visión represiva y condenatoria de la mujer empezó a resquebrajarse en el siglo XII cuando, en los círculos aristocráticos franceses, estalló la «revolución del amor cortés» encabezada por María. En parte con sus propias palabras, en parte inspirando a otros con sus rompedoras ideas, María abanderó una nueva condición femenina, exigiendo libertad sexual y sentimental para las mujeres. Por ello fue vilipendiada y nunca se reconoció su altura como intelectual, aunque su nueva gramática de las relaciones erótico-sentimentales –lo que popularmente ha pasado a la historia bajo la etiqueta del «amor cortés»– causó furor entre sus contemporáneos.
«Hubo una mujer en la Edad Media que escribió sobre el amor libre, la violación, el adulterio, el deseo. Pero durante siglos su verdadera identidad fue un misterio. Chiara Mercuri ha resuelto el enigma en este libro». La Repubblica











