La guerra ha sido la expresión violenta de la racionalidad
política moderna cuyos inicios renacentistas se manifestaron
en el absolutismo, en la formación de los primeros Estadosnación,
en la navegación, en el descubrimiento del Nuevo
Mundo, en el colonialismo, en el comercio, en la firma de
la Paz de Westfalia… Se trataba, en esos tiempos, de la
formación de una nueva estructura social de la humanidad
que se fue configurando como una aristocracia de Estados
soberanos e independientes y que se prolongó hasta nuestros
días como un orden político inestable y anárquico en
el que la guerra se convirtió en un peligro inminente y fue
asumiendo dimensiones trágicas porque, con el paso del
tiempo, algunos de los más destacados desarrollos de la
ciencia moderna se pusieron al servicio de la destrucción
de la sociedad humana.
Como decía Kant, el filósofo más destacado de la
Ilustración, bajo el orden político moderno fundado en la
razón de Estado la sociedad humana se condenó a vivir
en la precaria paz de los tratados y, de esta suerte, en la
inminencia de la guerra. La guerra, dice Kant, ha sido una
amenaza permanente porque bajo el orden social moderno
los conflictos deben dirimirse con tratados que, por basarse
en la soberanía e independencia de los Estados, tienen una
legitimidad muy frágil y no pueden construir la paz, sino
establecer simples armisticios condenados a romperse.