Los revivales (y el neoindigenista no es la excepción se presentan como una reacción frente a una o unas condiciones del presidente y dirige la atención hacia aspectos particulares del pasado, en una tarea de revaloración y reafirmación. Este tipo de tareas implica investigación, pero también idealización e imaginación: al tiempo que se pretenden rescatar formas, hay transformaciones y reinvenciones y mezclas inéditas en función de los programas y problemas arquitectónicos del momento. Pero el indigenismo a diferencia de muchos revivales europeos, no respondió a la nostalgia y aunque se limitó en la mayoría de los casos a aspectos casi exclusivamente ornamentales, lo que limitó su trascendencia, la búsqueda no fue de ninguna manera ingenua. El neoindigenismo poseía para entonces, ciertas características especiales, que resolvían lo que podría verse en otro contexto como condiciones antitéticas: búsqueda y afirmación. De hecho la mayoría de los arquitectos vinculados a la exploración de las posibilidades expresivas del neoindigenismo –en él momento en que se hacía el tránsito de las formas sociales, técnicas y artísticas no modernas a las modernas–, consideraron que la reivindicación y construcción de unas culturas nacionales era parte de la modernización y por tanto comprometía no sólo la reivindicación de un pasado artístico olvidado, sino de sectores sociales y culturales segregados, marginados e incluso reprimidos. En este sentido, a diferencia de los conservadores y nostálgicos románticos, apostaron por una estética en la que veían una promesa de liberación cultural y social, que a la postre fracasó pues no fuere posible conquistar un efectivo mejoramiento de las condiciones de vida de los pueblos indígenas.
La persistencia en este intento, nos obliga a comprender la legitimidad de sus motivaciones, el contexto en que surge, y en la medida de lo posible, descubrir la imagen de sociedad a la que aspiran. Muchos arquitectos contemporáneos formados en el espíritu de la modernidad –y lejos del exotismo y sin buscar una legitimación formados en la historia o lo propio para su quehacer– exploran la riqueza de las lecciones de las arquitecturas prehispánicas en el tratamiento del espacio, en la forma de emplazamiento y su relación con el paisaje y en el tratamiento del medio ambiente. Es así como muchos arquitectos en América Latina creen necesario aún, junto al esfuerzo creativo, el esfuerzo comprensivo, dirigido a la construcción de un escenario social integrador por un lado, y sensible, como muchas de las formas de ocupación prehispánicas, a las condiciones ambientales de las distintas regiones de nuestro continente, por otro. Este trabajo explora los presidentes de este tipo de búsqueda.