En estos recuerdos, Martina Barros plasmó una contradicción: la de una mujer de elite que, a partir de su práctica lectora y escritural, asimiló el rol femenino impuesto socialmente, a la vez que manifestó su convicción sobre el nuevo papel que la mujer debía cumplir en la sociedad, poniendo constantemente en tela de juicio el rol privado de madre patriota. Escribió posicionándose desde su rol de madre guardiana de la familia y formadora de ciudadanos, pero a través de este buscó legitimar sus demandas de educación y autonomía para la mujer. Se apropió del ideal tradicional inculcado desde la educación para exigir derechos femeninos, los cuales fueron defendidos en su escritura.