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Ruinas

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En los dibujos de Javier RodrĂ­guez es perceptible una doble energĂ­a: por un lado, estĂĄ la energĂ­a del dibujante, que viaja hasta el papel en el acto de dibujar y deja sus propias huellas, sus propios rastros.

Pero a la vez, y esto es lo mĂĄs relevante, lo trascendental de su producciĂłn, en sus dibujos estĂĄ la energĂ­a del animal, es decir, la energĂ­a de todas aquellas personas que resisten con sus cuerpos a la violencia polĂ­tica que se ejerce tanto en dictadura como en la posdictadura: la energĂ­a de los encapuchados que comparten los pasillos de la universidad con el artista y el profesor, que comparten el viento de la cordillera que corre por la ciudad; la energĂ­a del Gran Puma, a la que el personaje de Javier RodrĂ­guez todavĂ­a busca en Ruinas; la energĂ­a del jaguar que irrumpe por debajo de las cumbres nevadas en una de las 38 xilografĂ­as que componen esta Ășltima obra. Creo que aquĂ­, digo, estĂĄ la clave de la obra de Javier RodrĂ­guez.

DirĂ­a que esta es la huella fundamental de su trabajo, el rastro de vida mĂĄs brillante. Porque aquĂ­ resplandece, sĂ­, como "pedazos desunidos y dispersos", como "ruinas", el recuerdo del "Chile de hombres y mujeres buenas" en el que todavĂ­a cree.