El arte contemporáneo global y su uso creativo de la tradición, del pasado y del patrimonio, suponen un combate al legado eurocentrista establecido por el arte moderno.
El arte contemporáneo global rompe el mito del modernismo europeo, al reactivar varias formas de herencia, desde la pintura de tinta de literatos en China hasta la pintura aborigen en Australia, para proponer futuros nuevos y diferentes.
Joselit analiza no solo cómo el patrimonio se vuelve contemporáneo, a través de la práctica de artistas individuales, sino también cómo una infraestructura cultural de museos, bienales y ferias de arte en todo el mundo ha surgido como un medio para generar valor económico, atraer capital y dólares turísticos.
Joselit traza tres formas distintas de modernismo que se desarrollaron fuera de Occidente, en oposición al modernismo euroamericano: el realismo poscolonial,socialista y clandestino. Sostiene que estas genealogías modernas están sincronizadas entre sí y, con el modernismo occidental, para producir arte contemporáneo global.