Un aula escolar es un lugar de encuentros. De profesores con alumnos y de estos entre sí, pero también –de forma discreta, aunque decisiva– de las familias e incluso de la sociedad en su conjunto, a través de los mensajes que han ido calando en todos ellos. Un aula escolar es un lugar lleno de gente.
¿Qué ocurre cuando también entran en clase los escritores esenciales de la historia de la literatura? ¿Cómo presentar a quienes explicaron la vida décadas o siglos atrás, cuando el mundo se parecía tan poco al que los estudiantes —que deben conocerlos por prescripción educativa— llevan hoy en sus mochilas?
"Un profesor se despide" es el testimonio de un profesor de Lengua y Literatura de instituto que ha dedicado toda su carrera a ser mensajero entre las palabras de ayer y la lejanía de hoy. Es la crónica de un año, el último de su trayectoria profesional, en el que ha puesto igual empeño que en el primero: que un curso sobre escritores sea una buena ocasión para pensar, conversar, emocionarse y, tal vez, sonreír.
Los juglares, los romances, Garcilaso, Cervantes, Lope de Vega, la Ilustración, Bécquer, Antonio Machado, Blas de Otero… Cada encuentro con estos y otros autores podía despertar el interés de los alumnos por otras vidas y facilitar que conocieran mejor la de ellos mismos, a partir de palabras que muestran lo que hay en común entre los seres humanos de todas las épocas. Pero la voz del profesor que se despide no es la única. Su joven sustituto, de ideas pedagógicas algo distintas, leerá el manuscrito y anotará sus propios puntos de vista, lo que introduce el problema actual del diálogo entre tradición e innovación en la enseñanza. Y como corriente de fondo de toda la obra, la resistencia al olvido y a la tentación de liquidar gradualmente la vigencia del pasado cultural en las aulas.