Todo hombre es consciente del paso del tiempo y de que él mismo envejece.Ve nacer y morir a otros seres humanos.
Sabe que la humanidad existía antes que él y que existirá después de él, cuando él mismo ya no esté.
Esta conciencia de la caducidad de la vida debe afectar a la comprensión que uno tiene de sí mismo. Precisamente la fe católica sobre el más allá ofrece un patrimonio de reflexión ineludible para configurar la existencia histórica personal.