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Casas internacional 169: Viviendas colectivas

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Hoy concebimos y realizamos obras, en la mayoría de los casos, sin conocer a quienes serán sus habitantes. A su vez, debemos contemplar los intereses económicos del desarrollador, que gravitan fuertemente en la toma de decisiones proyectuales. Con estas consideraciones, nos sentamos a trabajar. Tenemos que distanciarnos de nuestros deseos y preferencias e imaginarnos al destinatario de la vivienda, para ofrecerle ideas materializadas ajustadas a pautas fundamentales de habitabilidad, acceso, aislación, orientación, ventilación natural, entre otras. Todas ellas orientadas hacia el confort, el ahorro energético, la economía constructiva y una prolongada vida útil. La vivienda colectiva parte del sentido de aldea y genera un cambio en el modo de habitar. Conceptualmente, se juega la apropiación del espacio donde se disuelven las predeterminaciones, se plasma un sistema de habitaciones similares sin jerarquía espacial, abriéndose a la libertad de expandir o reducir las habitaciones del núcleo, con la posibilidad de proponer variadas topologías de conformación, las cuales aseguran diversidad de oferta y eficiencia económica, para lograr un producto único y exitoso. Se establece un contrapunto entre la estricta geometría y la natural textura de los materiales, la geometría aplicada despliega un efecto dinámico, se enfatiza la yuxtaposición entre forma y sólidos, el contraste cromático entre las partes acentúa la autonomía conceptual de la piel, balcones y patios actúan como expansión, transformándose en territorios intermedios que vinculan el interior con las áreas verdes y la luz. Así, la interrelación de los ambientes interiores crea una sensación de espacio infinito, dando lugar a otras formas de entender y habitar el dominio doméstico. A su vez, inscriptas en la trama urbana, estas propuestas habitacionales constituyen nuevos hitos que se incorporan, se mimetizan o instauran un borde. Ese es nuestro desafío.