Para Luke, ser jugador profesional de hockey sobre hielo es su pasión y lo único
que ha querido desde que tenía seis años y cogió por primera vez un stick. Por
eso, cuando le suspenden Francés y su beca depende de aprobar esa asignatura,
busca desesperado hasta encontrar a la profesora perfecta, que no es otra que su
amiga Helena.
Helena no quiere darle clases a Luke. Primero, porque no tiene tiempo y, segundo,
porque sabe que no es buena idea. No porque no se fíe de él, sino porque no se fía
de ella. Pero acaba aceptando, porque cuando el capitán del equipo te sonríe tú
solo puedes decirle que sí a todo.
Pero la cosa se complica cuando su madre la llama y le dice que tiene que irse a
Los Ángeles para ayudar a preparar la boda de sus hermanas, cuando Luke se
entera y se autoinvita al viaje, pero, sobre todo, cuando se presenta como su
novio delante de toda su familia.