Desde el prefacio por John MacArthur:
En estos días cuando muchos que profesan ser cristianos piensan solamente en su relación personal con Jesucristo, y en consecuencia, vagan libremente sin ninguna consideración de su relación con la iglesia, es de suma importancia tratar el asunto del cristianismo corporativo.
En la salvación, Dios nos ha unido no sólo con Cristo, la Cabeza, sino también con Su Cuerpo, la iglesia local. Las metáforas del Nuevo Testamento que describen la iglesia son muy instructivas para manifestar la importancia de este énfasis:
- Un sacerdocio santo y real que ofrece a Dios sacrificios espirituales
- Una raza escogida que pertenece a Dios
- Una nación apartada cuyo rey es el Dios eterno
- Un templo habitado por el Espíritu de Dios
- Un conjunto de pámpanos conectados con Jesucristo, la vid
- Un rebaño guiado por el Buen Pastor
- Una casa y familia que comparte la vida común del Padre eterno
- Un cuerpo del cual el Señor Jesús es la cabeza.No ha faltado la abundancia de enseñanza sobre lo que los creyentes deben demonstrar en sus propias vidas con el Señor, y hay abundante material sobre el llamamiento y los deberes de los líderes de la iglesia. Lo que carece es la instrucción necesaria acerca de cómo los cristianos deben conducirse en la iglesia a la cual pertenecen eternamente y donde expresan prácticamente su fe.
Este libro muy práctico expone el modelo bíblico para la conducta en la asamblea de creyentes, y nos lleva a cumplir con el beneplácito de nuestro Señor y Su iglesia que "compró con su propia sangre".