La preferencia por culturas y lugares lejanos que se advertía en la obra Parsondes se hace mucho más evidente en sus inconclusas Leyendas del Antiguo Oriente. El proyecto quedó en simple proyecto y de él solo conservamos fragmentos de Lulú, princesa de Zabulistán y Zarina.
Sin embargo, estas obras, fechadas en 1870, no dejan de tener indudable interés.
Entre otros motivos porque se acompañan de una muy amplia introducción en la que se aclaran algunos de los presupuestos teóricos e ideológicos de su autor. En particular, es evidente su preocupación por conocer civilizaciones olvidadas. Valera hace referencia en esas páginas a las últimas investigaciones alemanas sobre la india clásica, a los avances en los estudios del sánscrito o del indoeuropeo, etc.
«Si echamos la vista sobre un mapa del mundo antiguo, veremos que Europa es como una extremidad de Asia. Las razas y la civilización de Europa, de Asia han venido. Es, pues, extraño y parece normal que estas razas, que son las mismas en Asia y Europa, y esta civilización que en Asia tuvo su origen, florezca hoy en Europa y en Asia están como adormecidas y aletargadas. Es evidente, en nuestro sentir, que en Asia han de renacer.»