"A medianoche, bajo unas autopistas a medio construir, un mendigo relataría historias de terror y de suspenso. La ocasión, que se repetía cada luna llena, era muy especial para toda esa pobre gente que jamás tenía acceso a otro tipo de entretenimiento y, tradicionalmente, se juntaba en las distintas plazas de la ciudad a charlar y cantar antes de dirigirse en peregrinación a escuchar al narrador. Con la intención de distraerse, Mario decidió formar parte de la procesión de mendigos e ir a escuchar historias bajo la luz de la luna".