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Sobre cristales rotos

E-Book


Escritores como Álvaro Iranzo nos recuerdan que, después de todo, escribir significa triturarse el corazón, como si fuera carne de hamburguesa, en cada página. Emplea la estructura del blog y la del cuaderno del bon vivant: el libro está partido en pedazos de prosa poética —de ahí los cristales rotos—, como cuando llegan a una playa las maderas, los baúles y las camisas mojadas de un naufragio. Sus páginas se han escrito en la llamada pausa del guerrero: entre polvo y cerveza, entre canuto y melodía, el autor se ha sentado a contarnos algunas de las historias que ha ido mariscando en su experiencia. Muchos de los fragmentos que componen este libro están perfumados de tristeza, quizá a causa de la bipolaridad, como si fueran dos los gemelos que se reparten el libro y el día y la noche: por un lado, está Iranzo, acostumbrado a cerrar bares, a manosear la vida hasta caer redondo de orgasmos y literatura; y, por el otro, se encuentra Álvaro, quien narra con la nostalgia que sigue a la exaltación, es decir, en la resaca.

Daniel Barredo