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Las razones del armiño

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En Las razones del armiño el depredador y la presa juegan los opuestos complementarios. El armiño escapa y mantiene su blancura aunque lo empujen hacia la ciénaga: hay algo en él que no puede mancharse y que no se mancha. Y mientras la vida se expresa en la mariposa, en la abeja, el sol y el naranjo, la oscura tormenta / lleva anotados los nombres / de sus muertos. Lo que nace está expuesto al fango, al dolor y al término de la existencia, pero igual corre esta carrera solitaria sin saber muy bien adónde va. El hombre aprende a cazar / El hombre progresa en su arte de muerte. /

/ Soy el que mata / Y mato / para que siempre haya / alguien o algo / que muera.

Fenoglio plantea en este libro que somos ambas cosas, el que mata y el que muere, y que como tales actuamos. Y que del mismo modo encaramos la escritura haciendo de las palabras nuestro preciado botín.