Una mujer en plena madurez busca en los recuerdos âlos dĂas de escuela, el ambiente familiar, los juegos, las actividades de la adolescencia...â las huellas de su personalidad. Acepta las pĂ©rdidas y las ganancias que comporta el paso del tiempo. Sabe distinguir quĂ© se le puede pedir a la vida y quĂ© no. Ha aprendido a sacarse las castañas del fuego. Asume la ausencia de los que faltan. No cree en el valor absoluto del amor, aunque le concede una Ășltima oportunidad. Conoce los anhelos y temores de otras mujeres. Conserva el aliento de la ironĂa. Y encuentra en la soledad el impulso para seguir creciendo.
A veces toca hacer una hoguera, vigilando el viento para que lo que habĂa de ser beneficioso no llegue a dañarnos. A eso se dedica la protagonista de estos veintiĂșn relatos, a quemar por medio de la escritura los huesos acumulados a lo largo de la vida: el haber y el debe, los aciertos y los errores, los pasos legĂtimos e ilegĂtimos. Porque escribir es hacer una quema de rastrojos. Una hoguera ritual, por supuesto: ninguna escritura puede quemar la vida.
Esta es la Ășltima obra de una autora de gran reconocimiento y trayectoria en el mundo de la literatura en lengua vasca, traducida por ella misma.